La selección empieza a despejar
algunas dudas y mejora, en rendimientos individuales y como equipo.
Para los que dicen que todo fue trámite y que el Mundial comienza en
octavos, fíjense en los hoteles donde se hospedaban España, Italia e
Inglaterra. Hay habitaciones disponibles...
Hay una idea instalada de pedirle
cierta perfección a la selección. Un poco por los nombres propios
que la integran, otro por eso de la necesidad de un título del mundo
que se ha decretado como prioritaria, vaya uno a saber porqué.
Argentina integra una élite de ocho equipos que son los mejores del
planeta, sin dudas. Pero en el contexto de esa paridad, tanto puede
ganar el título como perderlo. Como resulte, no bajará de esa
consideración que no es efímera, o no analiza solo un torneo de
siete fechas -aunque sea el Mundial- sino que contempla el desempeño
de un tiempo a esta parte.
Hecha la salvedad vale destacar que
contra Nigeria, el equipo mejoró. No desde el resultado, porque
antes también había ganado, sino de algunos reclamos que se le
hacían con justicia. Más movilidad, más productividad y mejores
rendimientos individuales. Para los que decían que Messi era lo
único, ahora aparecieron Di María, algo más de Gago y apenas más
de Higuaín. El síntoma de crecimento constante no deja de ser
saludable. En un torneo corto, ánimo y contagio van de la mano y
potencian los rendimientos hasta de los que uno menos espera. También
están las contingencias. Y estas a veces ayudan.
Es el caso de la salida de Agüero. El
Kun, titular en cualquier equipo del mundo, todavía no la pasa bien
en la cancha. El esquema argentino, pero más el que suelen proponer
los rivales, terminan por quitarle espacios. Asfixiado entre los
zagueros adversarios, la última línea e Higuaín, acaso sea conveniente
buscar un socio de Messi algunos metros más cerca del mediocampo, o
sobre los laterales. Lavezzi, que ingresó por la lesión del Kun,
aportó algo de esa solución que el equipo busca. Puede ser una
opción interesante si las lesiones no lo dejan prosperar en la Copa
al novio de la Princesita.
Después queda el aspecto defensivo,
donde será conveniente no fustigar a los cuatro del fondo en
exclusividad. En términos individuales, la actuación de los
defensores no fue decepcionante. En todo caso, hubo desacoples, de
los que no están exentos los volantes, e incluso los delanteros. En
uno de los goles de Nigeria, los dos centrales salen juntos. Error
infantil. Pero en otras acciones de juego, fue el equipo el que dejó
a los zagueros mano a mano y a gran distancia del resto de sus
compañeros en embestidas de los africanos.
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