19 de junio de 2014

Tavárez, si no juega Lugano póngalo a Artigas

Uruguay tiene una parada brava y se queda sin su capitán. Ya que hoy es el cumpleaños del Protector de los Pueblos Libres, yo lo probaría ante Inglaterra, rival que ya conoce.


Para mí que no lo va a defraudar, don Tavárez. Yo que usted pruebo. Total, muy bien no le ha ido el primer partido. Además, él sabe como nadie lo que significa jugar contra Inglaterra. Claro que no es bueno quedarse sin Lugano. A quién le va a gustar. Pero no me diga que Artigas no puede jugar perfectamente en la última línea. Si ha jugado cada uno allí. ¿Que se necesita para plantarse ahí atrás, eh, qué se necesita?. Liderazgo. Bueno, Artigas lo tiene. Cabeza levantada. ¿Quién levantó más la cabeza en el paisito, eh, quién?. Pertenencia. Bueno, pero si hasta su abuelo nació en Montevideo. Póngalo a Artigas, Maestro, hágame caso.

Es cierto, hoy el fútbol se juega más rápido. A eso no se lo voy a objetar. Igual, concédame que con Lugano también podríamos perder. Y, le pregunto, Maestro, ¿qué le va a dar más espaldas a usted, perder con Lugano o perder con Artigas? ¿Quién se lo va a objetar? ¿Que la prensa tira para los de afuera? Pero en todos lados pasa eso. Lo importante es que piensa el pueblo, no la prensa. Si desconfía de la experiencia, tampoco se crea que Luisito Suárez o Forlán son pibes. Ellos también son veteranos. Con la diferencia que se fueron a hacer la plata afuera, no como Artigas. ¿Sabe cuánto valdría hoy Artigas, Maestro?

Para mí que hasta Godín va a rendir mejor con Artigas al lado. Si el partido viene bravo, algo que con los ingleses es más que probable, el Protector agarra la lanza y agarráte catalina. Pruebe, Maestro. Hay que hacerse respetar porque si no nos volvemos en la primera ronda. Para salir del fondo tiene que haber gente que pida la pelota cuando las papas quemen. ¿O quién se cree que inventó la garra charrúa por la que hoy nos conocen en todo el mundo?. Póngalo a Artigas, Maestro. No haga usted como esos pibes con acné que ven su poster amarillento en la habitación de los padres y hasta esbozan una sonrisa socarrona y desmemoriada.

Le reconozco que Artigas en su paso por el extranjero no tuvo un buen momento. Pero tampoco se crea que fue todo culpa de él. Algunos dirán que no se adaptó al juego de los otros países. Yo más bien creo que en los otros países no se adaptaron a su juego. Esa es la justa. Cuando a Arévalo Ríos o a Cavani los vendieron tuvieron que cambiar la forma de jugar, de vestirse y hasta de alimentarse. Y yo no digo que no sean buenos. Pero me quedo con Artigas, que jugara donde jugara, no dejaba atrás ni un hábito, ni una costumbre, ni una maña. No traicionarse le dicen a eso.

Dele, Maestro. No va Lugano, póngalo a Artigas, que el fulbo, como la política, no tiene un modo de jugarse antes y uno ahora. Fue siempre igual. Siempre hubo el que juega y el que juega para los otros. El que pega y el que sale jugando. El que la pide y el que se esconde. El que amaga una conducta y termina por ejercitar otra. El que va al frente y el que arruga. Lo otro es pura gilada. ¿Que cambió la velocidad? Se lo admito. Pero Artigas cumple hoy 250 años y todavía lo nombran. Con todo respeto no creo que pase eso con los otros. No sé. Para mí.  

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